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sábado, mayo 12, 2007

Sobre un posible manual para la vida

Querido Próximo:

para la vida no existen manuales, si lo encuentras y sigues lo que te indique no serás tu mismo. El error forma parte de la naturaleza humana, no quiero manuales de “vida perfecta” me basto yo mismo para tomar mis decisiones, nadie decidirá por mí si no le doy mi consentimiento y las veces que lo dé serán excepciones. Así debe ser. Por eso pienso que la educación debe estar más dirigida a la libertad y la responsabilidad que a la obediencia, la obediencia ha de hacerse con cabeza, sino puede que no pensemos realmente y sean otros los que piensen por nosotros… algo muy triste.

Por eso reniego de todo tipo de asociación de tipo más o menos institucional, salvo la familia, pero no me gustan las “comunidades de ideas e ideales”, prefiero ser yo mismo, porque a ninguna persona se le puede encasillar con exactitud en un grupo a no ser que esa persona obedezca al grupo, en tal caso si la persona muere el grupo no pierde mucho, pero si muere una persona de pensamiento único y singular el mundo pierde una perspectiva diferente del mundo, estoy dando vueltas alrededor de la realidad descubriendo nuevas sensaciones, nuevos sentimientos, nuevas músicas, nuevos pensamientos, nuevas perspectivas, nuevas personas, nuevos ojos, nuevos rostros, nuevas sonrisas, nuevas miradas sobre el mundo, nuevos ritmos, nuevas palabras… y me queda mucho por descubrir.

Recuerdo cuando en Diciembre me encontré a Jorge, tú no le conoces, yo apenas le conozco, le conocí un frío día de Diciembre y fue la última vez que le vi. Jorge era un tipo de 61 años creo recordar, era algo mayor pero se mantenía muy bien, me paró mientras caminaba por la calle y surgió entre los dos una interesante conversación acerca de la vida, el pensamiento, la literatura. Una de esas conversaciones que es bueno tener de vez en cuando. Tengo sed de conversaciones profundas como las que mantenía frecuentemente contigo o con José Manuel en Sevilla, pero que con otras personas son mucho menos frecuentes, no lo entiendo, porque ambas partes se sienten muy a gusto en esas conversaciones y al final siempre nos quedamos con ganas de más. La vida da para hablar mucho, está llena de cosas, nunca se descubre todo. Ahora saldré de estás líneas para lanzarme en su descubrimiento y ya continuaré escribiéndote más tarde.



Pablo

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